La naturaleza humana es contradictoria, y en general la vida misma. Ginandromorph es la condición de un extraordinario pájaro, con un testículo en su parte derecha y un ovario en su parte izquierda, tan complejo como nuestro ego, multiforme, amplio, sublime. Podemos ser, y somos, muchos “yo” al mismo tiempo. Podemos exigir aquello que lejos de entender repudiamos, podemos torturar a quien locamente amamos, podemos preocuparnos por el medio a la vez que destruirlo, podemos esbozar una sonrisa hundidos en la más profunda de las miserias, así somos…
De esta forma, Dani Bañeza abre la veda a la autocrítica a través de su propia práctica artística como ejemplificación de acto paradójico, basando su trabajo en la naturaleza de los materiales. Con el atractivo de lo añejo y consumido por el tiempo por un lado y la perfección efectista de los materiales artificiales por otro; motivos y elementos orgánicos solapados con planchas y pinturas sintéticas; coherentes por separado y no menos en comunión. Lo antagónico, reprochable e inevitablemente deseado a la par, sangre vital, “defecto” que nos señala.